"Cada septiembre, el calendario nos recuerda que Camilo Sesto ya no está entre nosotros, pero el alma se niega a aceptarlo. Porque su voz no murió, se quedó suspendida en el aire, en cada nota que aún nos estremece, en cada verso que nos hizo amar, sufrir y soñar. Camilo no fue solo un artista; fue el eco de nuestras emociones más íntimas, el refugio de corazones rotos y el cómplice de amores eternos.